DIA 3. PLAN DE LA MAÑANA: LA ABADÍA DE WESTMINSTER
El tercer y penúltimo día de nuestra escapada londinense amanecimos con el cielo encapotado y con bastante hambre, asi que decidimos experimentar con un típico desayuno británico en el Café Diana, un pequeño establecimiento situado cerca de nuestro hotel que nos había llamado la atención en días anteriores por las enormes fotografías de la Lady Di que adornaban sus paredes. Un sitio correcto, sin lujos ni pretensiones, pero que cumple perfectamente su función esencial: llenarnos la panza a un módico precio :)
Una vez renovadas nuestras fuerzas, llegó el momento de enfrentarnos a los dos objetivos esenciales de la jornada: la visita a la Abadía de Westminster y al Museo Británico.
En esta publicación nos centraremos en la Abadía de Westminster, a la que dedicamos una mañana completa.
DATOS PRÁCTICOS
INTRODUCCIÓN
Tal y como adelantamos en nuestra publicación de London Express (I) si estáis interesados en realizar esta visita, lo mejor es que consultéis previamente los horarios de apertura
del templo ya que son un tanto irregulares y pudiera darse el caso de
que os la encontrarais cerrada a cal y canto si confiáis en la improvisación. El precio de la entrada es de 20 libras e incluye audio-guía.
Si queréis descargar un plano del interior de la Abadía podéis pinchar AQUI.
La Abadía de Westminster fue fundada en el siglo X como monasterio católico, pero hoy es el principal templo anglicano del mundo. Como ya sabéis, la religión anglicana fue fundada por el rey Enrique VIII en el año 1534 después de que el Papa Clemente VIII se negara a anular su matrimonio con Catalina de Aragón, impidiendo de esta forma que el monarca pudiera contraer matrimonio con Ana Bolena, de quien se dice estaba perdidamente enamorado.
Como consecuencia de esta decisión papal y beneficiándose de las corrientes reformistas de la época, Enrique aprovechó la ocasión para repudiar la autoridad del Papa, separarse de la Iglesia Católica y declararse a sí mismo único y supremo jefe de la Iglesia de Inglaterra. Todos los monasterios fueron clausurados y saqueados, pero afortunadamente Westminster se salvó de la destrucción gracias a sus fuertes lazos con la monarquía, quedando sujeta a la jurisdicción directa de la Corona (y no del obispado como venía siendo habitual). Conviene tener en cuenta que, desde la coronación de Guillermo I el Conquistador en 1066, la inmensa mayoría de los reyes británicos han sido coronados aquí y que la mayor parte de ellos también se encuentran enterrados en la Abadía.
Como consecuencia de esta decisión papal y beneficiándose de las corrientes reformistas de la época, Enrique aprovechó la ocasión para repudiar la autoridad del Papa, separarse de la Iglesia Católica y declararse a sí mismo único y supremo jefe de la Iglesia de Inglaterra. Todos los monasterios fueron clausurados y saqueados, pero afortunadamente Westminster se salvó de la destrucción gracias a sus fuertes lazos con la monarquía, quedando sujeta a la jurisdicción directa de la Corona (y no del obispado como venía siendo habitual). Conviene tener en cuenta que, desde la coronación de Guillermo I el Conquistador en 1066, la inmensa mayoría de los reyes británicos han sido coronados aquí y que la mayor parte de ellos también se encuentran enterrados en la Abadía.
LA ABADÍA DE WESTMINSTER AL DETALLE
Nota: Para los ansiosos deciros que tenéis la opción de descargaros gratis la audio-guía oficial completa en vuestro "smartphone" pinchando en el siguiente LINK. Comprobaréis como sigue el recorrido trazado en el MAPA que facilité anteriormente.
Como no es mi intención aburriros con un montón de datos e informaciones que además podéis consultar en cualquier guía de viajes, he decidido limitarme a señalar mis cinco puntos favoritos de Westminster (identificados en el plano por los números que aparecen entre paréntesis en cada uno de los elegidos)
He aquí mi selección...
Como no es mi intención aburriros con un montón de datos e informaciones que además podéis consultar en cualquier guía de viajes, he decidido limitarme a señalar mis cinco puntos favoritos de Westminster (identificados en el plano por los números que aparecen entre paréntesis en cada uno de los elegidos)
He aquí mi selección...
1. Tumba del Soldado Desconocido (1)
Nada más entrar en Westminster, nos encontraremos a nuestra derecha con la Tumba del Soldado Desconocido, la única de todo el suelo de la Abadía que no está permitido pisar. Rodeada de amapolas, esta tumba contiene los restos de un combatiente británico no identificado que fue repatriado desde Francia tras la Primera Guerra Mundial. Con ella, se pretende homenajear y honrar la memoria de todos los militares británicos que murieron en el conflicto.
2. Capilla de San Eduardo (8)
Detrás del Altar Mayor se encuentra el lugar más sagrado de la Abadía, la capilla de San Eduardo, quien fue rey de Inglaterra desde el año 1042 hasta el año 1066. No debemos confundirlo con el rey Eduardo I ("el malo de Braveheart"), ya que San Eduardo pertenecía a la dinastía sajona y la tradicional numeración latina únicamente se aplica en Inglaterra a los reyes posteriores a la conquista normanda, la cual tendría lugar el mismo año de la muerte de San Eduardo (que falleció sin herederos) bajo el mando de Guillermo I El Conquistador (Batalla de Hastings, 1066).
Nada más entrar en Westminster, nos encontraremos a nuestra derecha con la Tumba del Soldado Desconocido, la única de todo el suelo de la Abadía que no está permitido pisar. Rodeada de amapolas, esta tumba contiene los restos de un combatiente británico no identificado que fue repatriado desde Francia tras la Primera Guerra Mundial. Con ella, se pretende homenajear y honrar la memoria de todos los militares británicos que murieron en el conflicto.
2. Capilla de San Eduardo (8)
Detrás del Altar Mayor se encuentra el lugar más sagrado de la Abadía, la capilla de San Eduardo, quien fue rey de Inglaterra desde el año 1042 hasta el año 1066. No debemos confundirlo con el rey Eduardo I ("el malo de Braveheart"), ya que San Eduardo pertenecía a la dinastía sajona y la tradicional numeración latina únicamente se aplica en Inglaterra a los reyes posteriores a la conquista normanda, la cual tendría lugar el mismo año de la muerte de San Eduardo (que falleció sin herederos) bajo el mando de Guillermo I El Conquistador (Batalla de Hastings, 1066).
By Myrabella (Own work) [Public domain or CC0],
via Wikimedia Commons, sin modificaciones
Tras su muerte, San Eduardo fue canonizado por el Papa en atención al apoyo que había proporcionado a la Iglesia católica bajo su reinado. De hecho, fue este rey el que mandó construir la primera iglesia de Westminster, la cual se erigía en este lugar hasta que fue reemplazada por el edificio que podemos contemplar en la actualidad (levantado unos 200 años después). Se le conoce como San Eduardo o Eduardo el confesor porque en aquella época se diferenciaba entre los santos martires (los que fallecían de forma violenta) y los santos confesores (los que morían de muerte natural). Se trata del único cuerpo de Santo que se conserva entero en Gran Bretaña.
Como curiosidad, decir que en esta capilla es donde tradicionalmente se firma el registro de las bodas reales. Por aquí pasaron recientemente el Príncipe Guillermo y Kate Middleton al igual que la actual Reina de Inglaterra Isabel II cuando se casó con Felipe de Edimburgo en 1947. Cabe señalar que San Eduardo es el patrón de los reyes ingleses, pero también de los matrimonios problemáticos y de las mujeres separadas. Algunos dicen que este es el motivo por el que el matrimonio entre el Príncipe Carlos y Diana no funcionó, ya que éstos se saltaron la tradición familiar al celebrar su boda en la Catedral de San Pablo en lugar de en Westminster.
3. Lady Chapel o Capilla de Enrique VII (10-14)
Situada en el extremo oriental de la abadía, esta capilla dedicada a la Virgen María y de maravilloso diseño es sin duda la más espectacular de el templo. Su construcción se inició en el año 1503 bajo el reinado de Enrique VII, quien se encuentra enterrado en un elaborado sepulcro detrás del altar junto a su esposa, la reina Isabel de York.
Es considerada como una obra maestra de la arquitectura medieval inglesa, destacando su precioso techo abovedado de piedra y su bonita sillería del siglo XVI, hoy cubierta por vistosos estandartes de las familias de los caballeros de la Orden de Bath (presentes en este lugar desde el siglo XVIII). Si os fijáis un poco, veréis que en la parte superior de cada asiento hay una figura en forma de yelmo que nos ayuda a diferenciar entre el asiento del monarca (si lleva una pequeña corona) y los de los caballeros (si va acompañada de una tela de colores llamativos).
En torno a la capilla principal encontramos otras capillas más pequeñas que también tienen un enorme interés. Así, detrás del altar, descubrimos la Capilla de la Real Fuerza Aérea de Inglaterra (12), consagrada en 1947 en recuerdo de los 1500 pilotos fallecidos durante la batalla de Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial. En ella encontramos dos curiosidades. La primera de ellas está relacionada con este conflicto y es que, a la izquierda de la pared y bajo la vidriera, aún se puede observar el agujero que dejó la explosión de una bomba en el año 1940 (hoy cubierto con cristal).
La segunda curiosidad nos obliga a remontarnos al siglo XVII, época en la que tuvo lugar el primer y único periodo repúblicano de la historia de Inglaterra bajo la dirección de Oliver Cromwell. En el suelo de la capilla podemos observar una placa con su nombre que nos indica el lugar en el que Cromwell estuvo enterrado hasta que, en 1661 y tras la restauración de la monarquía, su cuerpo fue profanado, colgado de unas cadenas en la horca de Tyburn y finalmente decapitado. Durante 25 años, su cabeza fue exhibida a modo de advertencia a la entrada del Palacio de Westminster (es decir, el Parlamento). Paradójicamente, una estatua de Cromwell se erige actualmente frente al mismo edificio en recuerdo de su defensa de las libertades y del principio de separación de poderes.
A la izquierda de la capilla principal se sitúa una pequeña capilla en la que están enterradas dos mujeres de enorme importancia en la historia de Inglaterra. Nos referimos, claro está, a la tumba de Isabel I y de María I (13), cuyo epitafio reza así "Compañeras en trono y tumba, aquí reposamos nosotras, dos hermanas, Isabel y María, con la esperanza de una sola resurrección". María se encuentra enterrada debajo de Isabel, aunque no hay ninguna imagen suya en la tumba.
María Tudor era hija de Catalina de Aragón (y, por tanto, nieta de los Reyes Católicos). Fue reina de Inglaterra durante cinco años (1553-1558) en los que el pueblo pasó de adorarla a condenarla para siempre. Una de sus primeras medidas fue ordenar la ejecución de la joven Lady Jane Grey, quien instigada por su familia se había proclamado reina de Inglaterra contraviniendo el orden de sucesión estipulado legalmente (a ella nos referimos en nuestra última publicación al hablar de la Torre de Londres).
María, católica devota, restauró el catolicismo en Inglaterra y condenó a morir en la hoguera a un gran número de disidentes, lo que le valió el apodo de "Bloody Mary" (o María La Sanguinaria"). Esta decisión y su matrimonio con Felipe II de España menoscabaron definitivamente su popularidad entre sus súbditos. Murió a los 42 años de edad y sin descendencia. Curiosamente, María designó como sucesora a su hermanastra Isabel por encima de María Estuardo de Escocia, quien también era una ferviente católica. La explicación la encontramos en que María Estuardo estaba prometida en matrimonio con el Delfín de Francia, lo cual resultaba contrario a los intereses políticos de Felipe II, quien también apoyó la sucesión a favor de Isabel.
A pocos metros del sepulcro de Isabel y María Tudor y a la derecha de la capilla principal, nos encontramos con la tumba de María Estuardo, reina de los escoceses (14). Tal y como comentábamos anteriormente y pese a que Isabel nunca conoció personalmente a su prima, María Estuardo siempre supuso una amenaza para ella por su condición de católica con posibilidades de acceder al trono de Inglaterra, lo que desembocaría en su trágico final.
También se dice que Isabel sentía envidia de María por su belleza, elegancia y atractivo personal. Sea como fuere, lo cierto es que todo lo que Isabel tenía de dama virginal de leyenda mitológica, María lo tenía de protagonista de una auténtica telenovela venezolana. La Estuardo se casó hasta tres veces. La primera de ellas con el rey de Francia, Francisco II, quien falleció prematuramente convirtiéndola en una joven viuda de 18 años y forzando su regreso a Escocia. Pocos años después, la reina contrajo matrimonio con otro Estuardo descendiente del rey Enrique VII, Lord Darnley, lo que reforzaba sus aspiraciones a la corona inglesa ante el estupor de Isabel. Con Lord Darnley, María tendría a su único hijo, Jacobo, el futuro heredero de la corona de Inglaterra y de Escocia.
Tan solo un año y medio después de este segundo matrimonio, Lord Darnley murió asesinado como consecuencia de una conspiración en la que se sospecha que participó el tercer marido de María y el gran amor de su vida, el conde de Bothwell. María y Bothwell se casaron tan solo 3 meses después de la muerte de Darnley, lo que provocó la ira de la nobleza escocesa que se alzó contra ellos. De nada sirvió que María pretendiera haber sufrido un rapto y posterior violación por parte de Bothwell para justificar su unión. Los esposos no volverían a verse nunca más. El murió encarcelado en Dinamarca. Ella, después de sufrir encierro durante 18 años, fue decapitada por orden de su prima Isabel en una ejecución que, según las crónicas de la época, se convirtió en una auténtica carnicería debido a la torpeza del verdugo, que tuvo que propinar hasta tres golpes con el hacha para cumplir con su cometido.
4. El rincón de los poetas (17-19)
Se trata de uno de los sitios más visitados de la abadía aunque lo cierto es que su existencia se debe a una pura casualidad. El primer poeta en ser enterrado aquí fue Geoffrey Chaucer (1343-1400), reconocido sobre todo por su obra "Los cuentos de Canterbury". No obstante, no fue su reputación literaria la que lo trajo a este lugar, sino su condición de funcionario público encargado de una serie de trabajos para el palacio de Westminster. Primeramente fue sepultado en una sencilla tumba, pero más de un siglo después y una vez obtenido el reconocimiento general del mundo literario, sus restos fueron exhumados y colocados en la tumba que podemos contemplar en la actualidad.
A partir de ese momento, esta zona de la abadía fue empleada como espacio para la sepultura de famosos escritores entre los que se encuentran Charles Dickens (1812-1870), Rudyard Kipling (1865-1936) o el dramaturgo Ben Jonson (1572-1637), quien tuvo que ser enterrado verticalmente por carecer de medios económicos suficientes para una tumba de mayor envergadura.
Por otro lado, existen también menciones y monumentos dedicados a autores literarios que, si bien se encuentran enterrados en otros lugares, han dejado su "huella" en Westminster. Entre ellos destaca el monumento a William Shakespeare (1564-1616) o la placa conmemorativa dedicada a Oscar Wilde (1854-1900), quien en su día no pudo ser enterrado aquí a causa de su orientación sexual.
No obstante, los escritores no son las únicas personas que reciben homenaje en la Abadía de Westminster ya que en ella podemos encontrar también las tumbas de hombres de ciencia como Isaac Newton (1643-1727) o Charles Darwin (1809-1882), de exploradores como David Livingstone (1813-1873), de músicos como Georg Händel (1685-1759) o incluso de artistas de cine como Laurence Olivier (1907-1989).
5. Trono de la coronación (coronation chair)
Esta silla de madera conocida como el "trono de San Eduardo" o "trono de la coronación" fue encargada por el rey Eduardo I ("el malo de Braveheart") en 1296 para albergar bajo su asiento la piedra de Scone o "piedra del destino" que el mismo monarca había traído de Escocia a Inglaterra como botín de guerra. Aunque parezca mentira, esta piedra tenía y tiene una gran importancia para los escoceses, ya que era uno de los instrumentos empleados tradicionalmente en las coronaciones de sus monarcas. Se trataba sin duda de un valioso tesoro para el rey inglés, no solo porque suponía una humillación para sus enemigos, sino también y fundamentalmente porque se creía que la persona que tuviera la posesión de la piedra de Scone debía de ser considerado como el legítimo soberano de Escocia.
Desde el siglo XIII hasta el año 1996 la famosa piedra estuvo guardada en la abadía, pero después de esa fecha y fruto de negociaciones políticas, fue retornada al Castillo de Edimburgo con la única condición de ser devuelta de nuevo cuando sea necesario emplearla en una nueva coronación.
Son muchas las leyendas que se han tejido a lo largo del tiempo respecto al origen de la piedra de Scone. La versión más extendida es que se trata de la piedra que Jacob utilizó según la Biblia para apoyar su cabeza y soñar con una revelación divina, pero hay quien dice que se trataba de una piedra del faro de Hércules de la ciudad de La Coruña que, en tiempos muy antiguos, fue trasladada a Escocia desde Galicia (o eso se cuenta por estas tierras... jeje)
Sea como fuere, la historia quizás más llamativa es la que tuvo lugar en tiempos relativamente recientes, en el día de navidad de 1950, fecha en la que unos estudiantes escoceses la sustrajeron de Westminster y se la llevaron a Escocia para meses después, alarmados por la repercusión mediática y policial que adquirió su acción, abandonarla en la Abadía de Abroath, donde fue encontrada por la policía inglesa justo a tiempo para la ceremonia de coronación de Isabel II de Inglaterra (se les tuvo que caer el pelo a los muchachos...).
Y esto es todo lo que os cuento sobre nuestra visita a la Abadía de Westminster (que no es poco). Por si resulta de vuestro interés, deciros que a la salida del templo tenéis otras atracciones importantes como el Palacio de Westminster, en el que podéis entrar gratis a curiosear alguna de las sesiones parlamentarias. Para más información podéis consultar el post Londres Express (I) donde me extiendo un poquito más (si cabe) sobre el tema :)
Este día comimos en St Stephen´s Tavern ya que nos quedaba cerquita. Otra opción del mismo estilo y también muy recomendable sería The Albert.
Continuará...
Situada en el extremo oriental de la abadía, esta capilla dedicada a la Virgen María y de maravilloso diseño es sin duda la más espectacular de el templo. Su construcción se inició en el año 1503 bajo el reinado de Enrique VII, quien se encuentra enterrado en un elaborado sepulcro detrás del altar junto a su esposa, la reina Isabel de York.
Es considerada como una obra maestra de la arquitectura medieval inglesa, destacando su precioso techo abovedado de piedra y su bonita sillería del siglo XVI, hoy cubierta por vistosos estandartes de las familias de los caballeros de la Orden de Bath (presentes en este lugar desde el siglo XVIII). Si os fijáis un poco, veréis que en la parte superior de cada asiento hay una figura en forma de yelmo que nos ayuda a diferenciar entre el asiento del monarca (si lleva una pequeña corona) y los de los caballeros (si va acompañada de una tela de colores llamativos).
Interior de la Capilla de Enrique VII en la
Abadía de Westminster, por Canaletto
Abadía de Westminster, por Canaletto
En torno a la capilla principal encontramos otras capillas más pequeñas que también tienen un enorme interés. Así, detrás del altar, descubrimos la Capilla de la Real Fuerza Aérea de Inglaterra (12), consagrada en 1947 en recuerdo de los 1500 pilotos fallecidos durante la batalla de Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial. En ella encontramos dos curiosidades. La primera de ellas está relacionada con este conflicto y es que, a la izquierda de la pared y bajo la vidriera, aún se puede observar el agujero que dejó la explosión de una bomba en el año 1940 (hoy cubierto con cristal).
La segunda curiosidad nos obliga a remontarnos al siglo XVII, época en la que tuvo lugar el primer y único periodo repúblicano de la historia de Inglaterra bajo la dirección de Oliver Cromwell. En el suelo de la capilla podemos observar una placa con su nombre que nos indica el lugar en el que Cromwell estuvo enterrado hasta que, en 1661 y tras la restauración de la monarquía, su cuerpo fue profanado, colgado de unas cadenas en la horca de Tyburn y finalmente decapitado. Durante 25 años, su cabeza fue exhibida a modo de advertencia a la entrada del Palacio de Westminster (es decir, el Parlamento). Paradójicamente, una estatua de Cromwell se erige actualmente frente al mismo edificio en recuerdo de su defensa de las libertades y del principio de separación de poderes.
A la izquierda de la capilla principal se sitúa una pequeña capilla en la que están enterradas dos mujeres de enorme importancia en la historia de Inglaterra. Nos referimos, claro está, a la tumba de Isabel I y de María I (13), cuyo epitafio reza así "Compañeras en trono y tumba, aquí reposamos nosotras, dos hermanas, Isabel y María, con la esperanza de una sola resurrección". María se encuentra enterrada debajo de Isabel, aunque no hay ninguna imagen suya en la tumba.
María Tudor era hija de Catalina de Aragón (y, por tanto, nieta de los Reyes Católicos). Fue reina de Inglaterra durante cinco años (1553-1558) en los que el pueblo pasó de adorarla a condenarla para siempre. Una de sus primeras medidas fue ordenar la ejecución de la joven Lady Jane Grey, quien instigada por su familia se había proclamado reina de Inglaterra contraviniendo el orden de sucesión estipulado legalmente (a ella nos referimos en nuestra última publicación al hablar de la Torre de Londres).
María, católica devota, restauró el catolicismo en Inglaterra y condenó a morir en la hoguera a un gran número de disidentes, lo que le valió el apodo de "Bloody Mary" (o María La Sanguinaria"). Esta decisión y su matrimonio con Felipe II de España menoscabaron definitivamente su popularidad entre sus súbditos. Murió a los 42 años de edad y sin descendencia. Curiosamente, María designó como sucesora a su hermanastra Isabel por encima de María Estuardo de Escocia, quien también era una ferviente católica. La explicación la encontramos en que María Estuardo estaba prometida en matrimonio con el Delfín de Francia, lo cual resultaba contrario a los intereses políticos de Felipe II, quien también apoyó la sucesión a favor de Isabel.
María Tudor, reina de Inglaterra
por Antonio Moro
Museo del Prado, Madrid
Isabel Tudor era hija de Enrique VIII y de su segunda esposa Ana Bolena. Fue la última gobernante de la dinastía Tudor. Su reinado (1558-1603) se caracterizó por el reestablecimiento del anglicanismo y por su rivalidad con su prima católica María Estuardo, a quien mandó encerrar durante 18 largos años para después ordenar su ejecución por miedo a que pudiera usurparle el trono con el apoyo del bando católico.
Su política exterior estuvo marcada por sus gélidas relaciones con España.
Así, Isabel apoyó el saqueo de los galeones españoles por parte de los
piratas ingleses, algunos de los cuales fueron incluso elevados a la categoría de nobles (sería el caso del famoso pirata Francis Drake). Esta situación desembocaría en el ataque a Inglaterra por parte de la Armada Invencible de Felipe II que, como todos sabemos, resultó un auténtico fiasco.
Pese a contar con numerosos pretendientes (entre ellos el propio Felipe II), Isabel nunca contrajo matrimonio e incluso llegó a manifestar que su verdadero esposo era el pueblo de Inglaterra. Por esta razón, fue conocida como "La Reina Virgen", aunque este calificativo poco tuviera que ver con la realidad (ella también se corría sus juergas...). Hay quien dice que esta firme decisión de permanecer soltera fue en realidad un acto calculado para poder dejar la corona en manos del hijo de su prima María Estuardo, el futuro Jacobo I de Inglaterra y VI de Escocia, y de esta forma lograr la unión de ambos reinos (ya proyectada por su padre Enrique VIII). Otros apuntan a que su "alergia al matrimonio" vino derivada de los traumas que Isabel había sufrido en su infancia como consecuencia de la ejecución de su madre, quien fue acusada de alta traición y de adulterio por su propio padre, mientras que otros aluden a la existencia de un "defecto genético" que le impediría tener hijos. Cada cual puede elegir la versión que más le guste...
La reina Isabel I de Inglaterra, por George Gower
A pocos metros del sepulcro de Isabel y María Tudor y a la derecha de la capilla principal, nos encontramos con la tumba de María Estuardo, reina de los escoceses (14). Tal y como comentábamos anteriormente y pese a que Isabel nunca conoció personalmente a su prima, María Estuardo siempre supuso una amenaza para ella por su condición de católica con posibilidades de acceder al trono de Inglaterra, lo que desembocaría en su trágico final.
También se dice que Isabel sentía envidia de María por su belleza, elegancia y atractivo personal. Sea como fuere, lo cierto es que todo lo que Isabel tenía de dama virginal de leyenda mitológica, María lo tenía de protagonista de una auténtica telenovela venezolana. La Estuardo se casó hasta tres veces. La primera de ellas con el rey de Francia, Francisco II, quien falleció prematuramente convirtiéndola en una joven viuda de 18 años y forzando su regreso a Escocia. Pocos años después, la reina contrajo matrimonio con otro Estuardo descendiente del rey Enrique VII, Lord Darnley, lo que reforzaba sus aspiraciones a la corona inglesa ante el estupor de Isabel. Con Lord Darnley, María tendría a su único hijo, Jacobo, el futuro heredero de la corona de Inglaterra y de Escocia.
Tan solo un año y medio después de este segundo matrimonio, Lord Darnley murió asesinado como consecuencia de una conspiración en la que se sospecha que participó el tercer marido de María y el gran amor de su vida, el conde de Bothwell. María y Bothwell se casaron tan solo 3 meses después de la muerte de Darnley, lo que provocó la ira de la nobleza escocesa que se alzó contra ellos. De nada sirvió que María pretendiera haber sufrido un rapto y posterior violación por parte de Bothwell para justificar su unión. Los esposos no volverían a verse nunca más. El murió encarcelado en Dinamarca. Ella, después de sufrir encierro durante 18 años, fue decapitada por orden de su prima Isabel en una ejecución que, según las crónicas de la época, se convirtió en una auténtica carnicería debido a la torpeza del verdugo, que tuvo que propinar hasta tres golpes con el hacha para cumplir con su cometido.
María, reina de los Escoceses
Anónimo
4. El rincón de los poetas (17-19)
Se trata de uno de los sitios más visitados de la abadía aunque lo cierto es que su existencia se debe a una pura casualidad. El primer poeta en ser enterrado aquí fue Geoffrey Chaucer (1343-1400), reconocido sobre todo por su obra "Los cuentos de Canterbury". No obstante, no fue su reputación literaria la que lo trajo a este lugar, sino su condición de funcionario público encargado de una serie de trabajos para el palacio de Westminster. Primeramente fue sepultado en una sencilla tumba, pero más de un siglo después y una vez obtenido el reconocimiento general del mundo literario, sus restos fueron exhumados y colocados en la tumba que podemos contemplar en la actualidad.
A partir de ese momento, esta zona de la abadía fue empleada como espacio para la sepultura de famosos escritores entre los que se encuentran Charles Dickens (1812-1870), Rudyard Kipling (1865-1936) o el dramaturgo Ben Jonson (1572-1637), quien tuvo que ser enterrado verticalmente por carecer de medios económicos suficientes para una tumba de mayor envergadura.
Por otro lado, existen también menciones y monumentos dedicados a autores literarios que, si bien se encuentran enterrados en otros lugares, han dejado su "huella" en Westminster. Entre ellos destaca el monumento a William Shakespeare (1564-1616) o la placa conmemorativa dedicada a Oscar Wilde (1854-1900), quien en su día no pudo ser enterrado aquí a causa de su orientación sexual.
No obstante, los escritores no son las únicas personas que reciben homenaje en la Abadía de Westminster ya que en ella podemos encontrar también las tumbas de hombres de ciencia como Isaac Newton (1643-1727) o Charles Darwin (1809-1882), de exploradores como David Livingstone (1813-1873), de músicos como Georg Händel (1685-1759) o incluso de artistas de cine como Laurence Olivier (1907-1989).
By Carcharoth (Commons) (Own work) [CC BY-SA 3.0
(http://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0) or GFDL
(http://www.gnu.org/copyleft/fdl.html)], via Wikimedia Commons
5. Trono de la coronación (coronation chair)
Esta silla de madera conocida como el "trono de San Eduardo" o "trono de la coronación" fue encargada por el rey Eduardo I ("el malo de Braveheart") en 1296 para albergar bajo su asiento la piedra de Scone o "piedra del destino" que el mismo monarca había traído de Escocia a Inglaterra como botín de guerra. Aunque parezca mentira, esta piedra tenía y tiene una gran importancia para los escoceses, ya que era uno de los instrumentos empleados tradicionalmente en las coronaciones de sus monarcas. Se trataba sin duda de un valioso tesoro para el rey inglés, no solo porque suponía una humillación para sus enemigos, sino también y fundamentalmente porque se creía que la persona que tuviera la posesión de la piedra de Scone debía de ser considerado como el legítimo soberano de Escocia.
Desde el siglo XIII hasta el año 1996 la famosa piedra estuvo guardada en la abadía, pero después de esa fecha y fruto de negociaciones políticas, fue retornada al Castillo de Edimburgo con la única condición de ser devuelta de nuevo cuando sea necesario emplearla en una nueva coronación.
Son muchas las leyendas que se han tejido a lo largo del tiempo respecto al origen de la piedra de Scone. La versión más extendida es que se trata de la piedra que Jacob utilizó según la Biblia para apoyar su cabeza y soñar con una revelación divina, pero hay quien dice que se trataba de una piedra del faro de Hércules de la ciudad de La Coruña que, en tiempos muy antiguos, fue trasladada a Escocia desde Galicia (o eso se cuenta por estas tierras... jeje)
Sea como fuere, la historia quizás más llamativa es la que tuvo lugar en tiempos relativamente recientes, en el día de navidad de 1950, fecha en la que unos estudiantes escoceses la sustrajeron de Westminster y se la llevaron a Escocia para meses después, alarmados por la repercusión mediática y policial que adquirió su acción, abandonarla en la Abadía de Abroath, donde fue encontrada por la policía inglesa justo a tiempo para la ceremonia de coronación de Isabel II de Inglaterra (se les tuvo que caer el pelo a los muchachos...).
Y esto es todo lo que os cuento sobre nuestra visita a la Abadía de Westminster (que no es poco). Por si resulta de vuestro interés, deciros que a la salida del templo tenéis otras atracciones importantes como el Palacio de Westminster, en el que podéis entrar gratis a curiosear alguna de las sesiones parlamentarias. Para más información podéis consultar el post Londres Express (I) donde me extiendo un poquito más (si cabe) sobre el tema :)
Este día comimos en St Stephen´s Tavern ya que nos quedaba cerquita. Otra opción del mismo estilo y también muy recomendable sería The Albert.
Continuará...
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